Creí ser yo,
pero ahora sé que no siempre fue así. En algún momento que no puedo precisar
otra mujer se alojó dentro de mí. No sé como ocurrió, quizá fue con un reproche
pasado por alto… quizá yo misma la invité presa de mis deseos de agradar, lo
cierto es que no fui consciente de su llegada e incluso diría que ni si quiera
de su presencia.
Ella poco a
poco se hizo fuerte dentro de mí y empezó a confundirme. Me trastocó las
razones, me robó las fuerzas y hasta me anuló el entendimiento y desde ese
momento yo, dejé de existir.
La mujer que
había en mi no quiso que ocurriese pero ni ella lo pretendió, ni fue mi
voluntad y en esa maltrecha situación el tiempo se alargó.
A veces yo
sentía impulsos de revelarme pero su miedo era mi cárcel y por más que lo
intentaba nunca conseguía ganarle, hasta que llegó un día en que todo cambió.
La mujer que
había dentro de mí sintió como sus piernas empezaron a temblar al mismo tiempo
que el ruido en la cerradura delataba su presencia y ese sentimiento fue lo que
la dio fuerzas, había empezado el principio del fin.
La mujer que
había en mí nunca quiso hacerme daño y aunque cada silencio suyo acababa siendo
una marca morada en mi cuerpo no quiero ni debo tenerle rencor pues su coraje
me armó de valor y de su miedo aprendí.
FIN
Buen texto, Charis. Quizá me hubiera gustado más si hubieras desarrollado una pequeña historia para que pudiéramos apreciar mejor cómo era esa personalidad antes y el cambio de después. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, David, tus análisis siempre son bienvenidos!
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