viernes, 15 de enero de 2016

Contigo sin tí

Aquel niño era yo; allí estaba, sobre su mesilla de noche; enmarcado y con mi viejo violín en las manos. Aquel que mi madre, a duras penas y recortando gastos, consiguió poder pagar.
Nunca se acostaba sin darle un beso a esa vieja fotografía. Siempre había dicho que a partir de aquella compra toda su precaria vida había empezado a tener sentido. Muchas fueron las veces que se dormía con ese portafotos entre las manos deseando que la audición de turno diese su fruto.

Pero hoy,  la mira con extrañeza y sólo me pregunta “¿quién es ese chico?”. Y yo le devuelvo el beso,  y con el viejo violín le toco las melodías que tanto le gustaban. Y  la contemplo mientras se queda dormida, deseando que al menos en sus sueños siga sintiendo el amor de  ese extraño que la mira. 

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