domingo, 3 de enero de 2016

Condenado

Cuando escuchó aquel te quiero no sabía que esa declaración, poco a poco, le iba a cambiar tanto la vida.

Con las amigas dejó de tener confidencias; porque nadie la comprendía mejor que él.
A los amigos era mejor mantenerlos alejados; porque sus intenciones no eran honestas…era tan guapa.
Los aperitivos con los compañeros a la salida del trabajo dejaron de existir, como un clavo a las seis en punto estaba en la puerta para recogerla; porque si le llegaba a pasar algo él se moriría.

Durante algún tiempo estuvo convencida de que eso era amor pero entonces ¿por qué se sentía muerta en vida?
No sabe en qué momento se dio cuenta pero al hacerlo reunió el último resquicio de autoestima que aún le quedaba y salió por la puerta dejando una nota sobre la mesa.
“Te dejo porque, yo, sí me quiero”

Cuando leyó aquella nota no lo entendió y solo el paso del tiempo de hizo comprender que no fue ella sino él quién se condenó a la soledad que tenía por compañía.
Ahora, lo único que hace es sentarse ante la ventana, observar la noche  oscura e intentar perdonarse por haberla perdido en una noche como esa.

Quizás ahora si la quiera de verdad.

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